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lunes, 30 de junio de 2014

Crónicas Felinas XCVII: Actividades veraniegas

Marrameowww!!!

Por fin ha venido el buen tiempo y, aunque en principio no lo paso demasiado bien porque el exceso de pelaje me lleva a estar todo el día arrastrándome por los suelos cual vulgar reptil, he de reconocer que esto también conlleva una ventaja. La ropa se seca antes.

Diréis vosotros que por qué me importa a mí tanto el secado de la ropa si yo voy por la vida como mi madre felina me trajo al mundo pero la explicación es sencilla. A la bruja no le gusta demasiado que yo salga a la terraza cuando hay ropa tendida porque tiene la idea loca de que me pongo a hacer agujeritos con las uñas en sus prendas. No sé de dónde se sacará esas cosas. Yo no “hago agujeritos”; simplemente soy muy fan de los tejidos calados y quiero que la bruja salga a la calle luciendo mis creaciones, a ver si consigo convertirme en un diseñador famoso aunque, para lograr tal objetivo, probablemente debería buscarme otra modelo.

A lo que iba, que la ropa se seca antes y, por ende, tengo más días a la semana para salir libremente a la terraza. Y esto en verano es especialmente agradable ya que puedo tener controlados los nidos (por desgracia, una ventana maldita me impide alcanzarlos) y, para completar la diversión, tengo otra cosa súper estupenda: Bichitos.

Los bichitos, en invierno, están como alelados (eso, si hay alguno, porque por lo general ni aparecen cuando el frío aprieta) y no mola nada cazarlos porque apenas se mueven y así se arruina la juerga. Pero en verano están en plena posesión de sus facultades y es una gozada dar maullidos y correr en pos de moscas, mosquitos, arañas, polillas y, mis preferidos, los avispones. La bruja se pone de los nervios cuando me ve intentando zamparme un bicho y, si está en su mano, siempre intenta impedirlo. Aunque lo intenta de una manera bastante torpe, la verdad, porque le da mucha impresión y así es como todo su intento se reduce a dar saltitos y grititos histéricos diciendo “Peque, suelta eso, qué asco, ayyyy, quéascoquéascoquéasco”. Ya hablaremos de lo de “Peque” algún día, que uno ya tiene una edad y esto ya empieza a ser un poco vergonzoso. El caso, que para cuando termina de montar el número y de hacer el indio, yo ya tengo el insecto digerido por lo que, en realidad, si me ve o no me ve no me preocupa en lo más mínimo.

Pero con los avispones ya es la fiesta. No sólo porque sean grandes y, por tanto, hacen que el esfuerzo valga más la pena sino también porque dan mucho juego a la hora de dejar a la bruja al borde de un infarto. Porque los avispones no son como las arañas (vale, ya sé que es una obviedad). Los avispones zumban.

Y no sabéis lo divertido que es mirar a la bruja con algo moviéndoseme en el hocico mientras emito un sospechoso zumbido.

Prrrrrr.

jueves, 26 de junio de 2014

El surrealismo acecha por doquier

Por si no os creíais que el surrealismo me persigue dondequiera que voy, paso a relatar lo acontecido el jueves pasado cuando fuimos el churri y una servidora a nuestra agencia de viajes. Los billetes nos los había vendido una chica muy maja y muy eficiente, la verdad, pero justamente ese día no estaba, por lo que nos atendió un hombrecillo bastante particular.

Según nos sentamos a su mesa, nos pide disculpas y nos dice que tiene que llamar a un cliente al que le tienen que cambiar el hotel (o algo así porque hablaba un poco para adentro y tampoco se le entendía mucho) pero que no lo localizan porque parece ser que el cliente les dio mal el número (o ellos lo anotaron mal, puntualizo). Como explicación nos dice: “Es que encima es un móvil y, claro, ya se sabe que con los móviles, como te equivoques en un número, ya la has fastidiado”. No era cuestión de empezar la conversación vacilando al personal pero me quedé con unas ganas tremendas de desvelarle que con los fijos pasa exactamente lo mismo. Curiosamente, si marcas un dígito mal, ya no das con el interlocutor con quien esperabas hablar desde un principio. Cosas de las telecomunicaciones, oye. Con el tamtam vivíamos mucho mejor, dónde va a parar.  

Nos pregunta qué queremos y le decimos que queremos contratar un seguro de viaje para los billetes que compramos meses atrás. Nos dice que lo tendríamos que haber contratado al principio de todo, porque ahora tendremos que pagar la totalidad del seguro aunque ya no nos cubra la cancelación del viaje. Le decimos que lo habíamos hecho así porque la cancelación está cubierta casi al cien por cien por la compañía aérea y que lo que nos interesa es la cobertura médica. Hay dos opciones, una más barata y otra más cara, como casi todo. Le decimos que queremos la cara y el hombre empecinado en vendernos la barata porque dice que para qué vamos a pagar el seguro de cancelación si ya no lo podemos usar. Y dale con la cancelación. Le explicamos que nos interesa el caro porque tiene una cobertura de gastos médicos de veinte mil euros y el otro sólo de seis mil. “Ahhhh”, dice el buen señor, que es un lumbreras. Entonces viene la pregunta de oro “¿pero sois conscientes de que tenéis que pagar más de cien euros por persona?”. Sí, los seguros lo que tienen es que hay que pagarlos; para eso hemos mirado las tarifas. Total, que nos pide el DNI para rellenar los datos. Le preguntamos si necesita el pasaporte y nos dice: “Hombre, da igual. ¿O tenéis en el pasaporte un nombre distinto?”. Le contestamos que el nombre no, pero el número de documento sí es diferente. Este hombre es un iluminado.

El churri le da la tarjeta para pagar y el hombre le dice que meta “el PIN nuestro de cada día”. Noooo. Encima hace chistes malos. Pero ¿por qué a mí? 

miércoles, 25 de junio de 2014

Anuncios Pesadillescos CII: La revolución (o lo que sea)

La cámara se acerca a un ritmo vertiginoso hacia las oficinas de un periódico. En su interior, cinco chicas (no sé si secretarias, periodistas o unas que pasaban por ahí y decidieron quedarse) con estética de azafatas de vuelo de los años cincuenta. Muy monas, ellas; muy igualitas, ellas; muy gafapastas, ellas; muy flacas, ellas; muy grimosas en general, ellas. Teclean en sus máquinas de escribir (sí, máquinas de escribir. Cuánto daño ha hecho Mad Men) y atienden al mismo tiempo sus teléfonos de disco con una asombrosa coordinación y luego sacan una foto todas al unísono. Lo de la foto no lo entiendo muy bien. Sacar una foto del interior de una oficina no tiene pinta de ser una noticia que vaya a hacer parar las rotativas.

Cuando los relojes de la pared marcan las cinco y media en Nueva York y las seis y media en Tokio (suponemos que de la mañana y de la tarde respectivamente, o viceversa. He investigado y la diferencia horaria son trece horas. Quería ver si se habían documentado o si habían puesto las horas al buen tuntún, lo que me hubiera valido para reírme un buen rato pero no ha sido el caso), suena una alarma y todas abren los cajoncitos de los escritorios, cual robots salidas de una novela de Asimov.

Una de las periodistas-secretarias-lo que sean se suelta la bien peinada melena para dar comienzo a la juerga y nos informa que, entre horas, se revoluciona. Uno podría pensar que va a bailar la jota aragonesa sobre el escritorio o que va a montar una rave en la oficina, aprovechando el soniquete de la alarma. Pero no. Toda su revolución consiste en un paquete de tortitas de maíz con sabores. Ésta tía sí que sabe divertirse y montar un buen sarao en cuanto se presenta la oportunidad. Pienso conseguir sus datos de contacto para invitarla a mi próximo cumpleaños. Va a ser el alma de la fiesta y yo me convertiré en el tema de conversación del año por codearme con gente taaaan divertida ¿que no?

Sus flacas compañeras se suman al motín y, desatadas, se suben también a sus escritorios. Al grito de "Y yo", también exhiben orgullosas sus paquetes de tortitas de maíz con más devoción que si enarbolasen pancartas reivindicativas. Todas muerden sus tortitas cerrando los ojitos y luciendo el mismo tono rojizo en el pelo. Debe de ser que a la productora del anuncio le vendieron el tinte por garrafas y tenían que amortizarlo a toda costa o que en la ciudad donde viven hay mucha endogamia.

Y se despiden con un "Viva la Revolución" cual Victorias de Samotracia del low-fat, dejando patente su lucha incansable por el cuerpo escultural, como si de guerrilleras de la operación bikini se tratase. Seguro que estas aguerridas luchadoras suman muchas más mujeres a sus filas y pronto organizan una manifestación por las principales calles del país, embutidas en sus faldas tubo y jalando galletitas de maíz a dos carrillos. 

martes, 24 de junio de 2014

Ustedes Dirán XCI: El Bourne sudoroso (sugerido por Mandarica)

Tenemos nueva sugerencia de Mandarica y, cómo no, se trata nuevamente de una canción chorra. En esta ocasión, sin embargo, no vamos a dedicarnos a uno de estos temas que lo petan (inexplicablemente) en las listas de éxitos, sino de una canción remember. Me confieso culpable y admito que en su momento fui muy fan de este tema.

Hoy toca “Estoy por ti” de Amistades Peligrosas.

Fue igual que ayer o antes de ayer
citándonos a ciegas en un viejo hotel
un hombre solo una mujer
sin nombre sin pasado y sin querer saber

Vamos a ver. Ya sólo el comienzo me deja un poco descolocada. ¿Cómo puedes citarte a ciegas con alguien “igual que ayer o antes de ayer”? Las citas a ciegas sólo funcionan una vez. A partir de la segunda dejan de ser a ciegas a menos que seas más adicto a la cirugía que el Dioni en sus buenos tiempos y te dediques a cambiar radicalmente tu imagen. Si a eso le sumamos que no tienes ni nombre ni pasado pues la cosa me suena cada vez a película al estilo “El Mito de Bourne”.

Subes la escalera siento tus caderas
entrando poco a poco en la habitación

¿Sientes sus caderas entrando en la habitación? ¿Cuánto pesa esta persona? ¿180 kilos?

Juegos en la mesa llega la sorpresa
que guardas en los bailes de tu salón.

Uno está ahí tan tranquilamente jugando a la Oca y de repente llega una sorpresa que vete tú a saber qué es pero parece que tienes que bailar algo. De este tipo de juegos sólo conozco el Party (y sí, me mola, lo reconozco).

Pero basta ya de tanta tontería
hoy voy a ir al grano te voy a meter mano
porque otro gallo así nos cantaría
tentamos a la suerte tenemos que ir a muerte
estoy por ti, por ti
estoy por ti, oh si

Ahí, a lo loco yendo a muerte y metiéndole mano sin ton ni son, sin saber siquiera su nombre (y sin querer saberlo, que es peor).

Mezclé el amor con la amistad
son juegos peligrosos siempre acaban mal
un hombre solo una mujer
sesenta y nueve formas de pasarlo bien

¿Qué amistad? ¿No se supone que eran dos desconocidos viviendo una noche loca? En cuanto a las sesenta y nueve formas, a lo mejor se quedan en sesenta y ocho y alguien acaba con saldo acreedor.

Luces apagadas sin temor a nada
mis manos se han perdido dentro de tu falda

No me extraña, con semejantes caderas que se oyen entrar.

Pasión encendida la emoción servida
y gotas de sudor van mojando mi espalda

Ahhhh. No hay cosa que me dé más asco que me hablen de sudores. Nunca entenderé esos poemas que hablan de cuerpos sudorosos que se pegotean entre ellos. Eso no es nada erótico; que se dé una duchita y luego ya nos achuchamos.

Y repiten lo de la tontería, los juegos de mesa y el sudor, que no falte nunca.

P.S. Me apuesto lo que sea a que tienes alguna chorrada que quieres que destripe. ¡Cuéntamela!

lunes, 23 de junio de 2014

Crónicas Felinas XCVI: La varita mágica

Marrameowww!!!

La bruja y el consorte tuvieron hace poco el inmenso privilegio de conocer a mi colega Ron, el amo felino de Naar. Allí pudieron comprobar que mi gran amigo tenía un juguete del que yo carecía y, viendo lo bien que se lo pasaba Ron con él, y alentados por Naar que no hizo más que hablar de las bondades del artilugio, al consorte le faltaron piernas para ir corriendo al día siguiente a comprarme uno, que él no consiente que yo sea menos que nadie.

Lo vi entrar en casa con una actitud de lo más misteriosa, escondiendo algo tras la espalda pero enseguida tuve que cejar en mi empeño de intentar averiguar qué era lo que traía porque, de repente, vi un puntito rojo en el suelo. Salí corriendo a ver qué era aquello pero el puntito ya estaba en la pared, a la que me precipité a punto de dejarme los cuernos en el intento. Pero acto seguido estaba en el techo y luego en el suelo otra vez, de donde saltaba hacia el sofá y así hasta el infinito.

Como soy un gato listo, al poco rato me di cuenta de que el puntito salía, de alguna manera inexplicable, de un pequeño aparatejo que tenía el consorte en la mano. Parece ser que lo que escondía tan celosamente tras la espalda era una especie de varita mágica que hacía aparecer el puntito. Y ahí fue donde me di cuenta de que el puntito no sé qué será pero es imposible hacerse con él, por lo que correr como un desquiciado no va a ayudarme en nada. Si tengo ganas de corretear, lo persigo. Si no, paso del tema. A ver si me van a tener persiguiendo una quimera. Si no hay recompensa mi esfuerzo es mínimo, faltaría más, que luego me toman por el pito del sereno y ando todo el día corriendo en pos de cosas inalcanzables que no me reportan ningún beneficio. Por todos es sabido que los gatos no somos muy amigos de hacer cosas sólo por hacerlas, sin obtener nada a cambio y, para colmo, cansándonos en el intento.

No obstante, no estoy muy seguro de si el consorte ha comprado el cacharro por mí o porque en realidad le hace gracia a él. Según me contaron, la varita mágica de Ron tiene unas luces discotequeras que parpadean como locas si lo pones en una posición determinada. El que me han comprado a mí no tiene luces psicodélicas pero proyecta imágenes de una tortuga, una calavera, un perrito y otra cosa que nadie ha sido capaz de identificar. Es una mezcla entre ratón y espermatozoide (tal vez se trate de algún exótico espécimen oriental). Total, que el consorte se lo pasa chupi alternando imágenes horteras y haciendo extraños círculos con el puntito sobre las paredes, en plan discoteca cutre o guateque sesentero. 

A ver si un día de éstos se le pasa la novedad y me deja jugar un ratito con él.

Prrrrrr.

jueves, 19 de junio de 2014

El lunes menos pensado

Por fin hemos pasado la barrera del 40 de mayo y, por lo visto, el calorcito y el buen tiempo ya están aquí para quedarse (cruzo estos deditos que mi señora  madre me dio). No podría estar yo más contenta, que paso todo el otoño, el invierno y la mayor parte de la primavera contando cual prisionera de Guantánamo los días que me faltan para poder decir que nuevamente está con nosotros el verano. Cualquier día me mudo a un paraíso tropical y no me veis más el pelo, yo aviso.

Lo malo de esto es que, una vez que empieza el buen tiempo, una comienza a fantasear con los vestiditos, las falditas cortas, y los bikinis que va a utilizar en la temporada estival para lucir palmito. Y es ahí cuando, de repente, te miras al espejo, y caes en la cuenta de que, debajo de las múltiples capas de ropa bajo las que te ocultaste cual cebolla durante nueve meses, no existe el palmito que tú recordabas y te das cuenta de que te has convertido en la prueba viviente de los efectos secundarios de los polvorones, el cochinillo navideño, la tarta de tu cumpleaños y de los cumpleaños de tus amigos y de que la frase que más debes haber repetido durante el resto del año por fuerza tiene que ser “un día es un día”. Y un día que vas a la farmacia te da por pesarte y compruebas que no era una fantasía, que los kilos están ahí (o que la báscula está rota. Seguro que está rota). Y maldices tu falta de constancia a la hora de comer mejor y hacer un poquito de ejercicio físico y te das cuenta que cada vez que decías “el lunes me pongo a ello”, nunca especificabas de qué lunes estabas hablando y te preguntas qué clase de milagro debería suceder para que estés estupenda de aquí a cinco semanas, que son las que te vienen faltando para las vacaciones veraniegas. Y te deprimes, y te das al helado de chocolate cual ebria consuetudinaria como si no hubiera un mañana porque, total, si a estas alturas ya hay poco que se pueda hacer, ¿qué tanto más va a empeorar las cosas un inocente helado de chocolate? Hoy estás muy deprimida y un día es un día. Ya el lunes, si eso, te desharás también de su impronta, junto con la del cochinillo y las tartas cumpleañeras.

Total, un círculo vicioso que no es sano ni mental ni físicamente, por lo que, al menos en mi caso, prefiero disfrutar de que ahora hace calorcito y todo parece más bonito. Hasta yo, qué corchos. Yo pienso lucir bikini igualmente. Palmito seguramente no pero qué queréis que os diga; que me quiten lo bailado, lo comido y lo reposado en el sofá. ¿Voy a estar sufriendo nueve meses para alimentar mi narcisismo sólo tres? Pues no sé yo si me compensa, la verdad sea dicha.

Pero el lunes menos pensado empiezo. 

miércoles, 18 de junio de 2014

Anuncios Pesadillescos CI: Prometo portarme bien

Oigo una musiquita inquietante y veo a un popular presentador de informativos, hijo de otro popular presentador de informativos. ¿A que ya sabéis de quién os hablo? Sí, de ése.

El presentador de informativos en cuestión mira fijamente desde la ventana de un rascacielos con una profunda cara de concentración. No se sabe si está intentando entender el chiste de la escalera y las telarañas o si está buscando algo. Al acercarse la cámara, me saca de dudas. Mira al objetivo con expresión amenazante y suelta sin anestesia “Te estamos buscando. Sí. A ti”.

Ostras, colega… Qué miedito. Parece que el presentador de informativos ha encontrado un segundo empleo en la CIA y ahora se va a enterar de que hay veces que meto una lata de refresco en la bolsa de la basura orgánica. Quién me mandaría a mí vivir al límite. Ya sabía yo que esto de moverme al margen de la ley no iba a traer aparejado nada bueno. Espero que no se entere de aquella vez en que subí al Metro sin dejar bajar primero a los que descendían porque, como esto llegue a sus oídos, estoy frita.

Sigo viendo el anuncio y parece que no, que nuestro reportero dicharachero no se ha unido a ninguna organización de espionaje sino que lo que quiere es ofrecerme un seguro. ¿De verdad me has metido este susto de muerte para venderme un seguro? ¿Para qué te sirve esta técnica sibilina? ¿Para que contrate un seguro de vida al haberme visto tan cerca del infarto? Esto no se hace, hombre. Esas técnicas deben dejarse solamente a los profesionales del tema: Los vendedores de cierta compañía telefónica de letras amarillas sobre fondo negro. Da igual que la venta sea telefónica o presencial. Ésos sí que saben intentar ponerte contra las cuerdas y no dejarte escapatoria posible. Fuera de ese grupúsculo, todos son amateurs de la venta agresiva.

Pero la cosa no termina aquí. Después de darme el número de teléfono de la compañía de seguros, el presentador televisivo me mira directamente a los ojos y me dice sin pestañear. “Y, cuando quieras, hablamos de tu seguro de hogar”. No sé a vosotros pero, a mí, eso me suena a amenaza en toda regla. Es como cuando mi madre quería zanjar definitivamente una discusión y me decía algo como “Y ya hablaremos de cómo tienes tu habitación”. No me negaréis que eso te los pone de amígdalas. Es evidente que el presentador ha aprendido las tácticas de su propia madre. Me dieron ganas de agachar la cabeza y reconocer avergonzada que no gasto de eso pero que prometo contratar uno a la brevedad. Que seré buenecita, que reciclaré correctamente y respetaré las normas no escritas del Metro. Y que me comeré las lentejas y que ordenaré mi cuarto. Cambiaré. Lo prometo. Por favor, Señor Reportero, no me castigue usted el finde sin salir, que he trabajado mucho durante la semana y también tengo derecho a un poco de esparcimiento, ¿no?... ¿NO?

martes, 17 de junio de 2014

Ustedes Dirán XC: Siempre se puede ir más allá (sugerido por Daniela)

Cuando publiqué, inspirada por Zum a nuestro amigo del Burí Burí (pinchad aquí si os perdisteis esta joyita), Daniela, del blog Flaslove me sugirió otra maravilla que viene a deleitarnos directamente desde Chile.

No sé si alguna vez habréis visto este vídeo que ya de por sí es bastante inquietante pero como el ambiente musical está bastante malogrado últimamente, una ya no sabe qué pensar y termina llegando a la conclusión de que lo que pasa es que está vieja y por eso vive estancada en los años 80, cuando los colores fosforito nublaban nuestro entendimiento y, por consiguiente, todo nos parecía una obra de arte.  

Si la composición musical (por llamarla de alguna manera) es estrambótica a más no dar en sí misma, ¿qué pasa si, encima, la utilizan para anunciar un producto? Pues, que aparte de tener algo raro, rarísimo, tenemos algo poco original. ¿Para qué vamos a pensar en un nuevo argumento si podemos tomar lo que otra mente perturbada ideó en un momento de enajenación y utilizarlo para nuestros lucrativos fines? Es más fácil rescatar una idea ajena que sentarse a pensar. No me quiero imaginar el ataque de risa que les tiene que haber dado a los creativos del vídeo cuando les llamaron de una agencia de publicidad pidiendo comprar los derechos para utilizar su rayada con intención de vender algo (a mí me daría la risa, eso fijo). Y así, sin comerlo ni beberlo, nos vemos inmersos en una fiesta de disfraces donde todos van vestidos de animalitos. Un tío con cara de aburrido come patatas fritas sentado en un sillón del jardín y, mientras la fauna baila, él canta con cara de interesante los diferentes sonidos que hacen los animales, como si estuviese entonando una melodía de letra profunda que va a cambiar nuestras vidas para siempre.

¿La conexión entre el vídeo original y el producto a publicitar? Pues un móvil con el navegador del zorrito (que realmente no es un zorrito sino un panda rojo pero nos entendemos, tampoco nos vamos a poner tan exquisitos, ¿no?). El estribillo del tema original saca de los nervios a cualquiera pero si encima sustituimos los sonidos incoherentes que tenemos que soportar en la primera versión por nombres de aplicaciones informáticas y redes sociales, el resultado es, si cabe, aún más desquiciante. Una panda de animalejos bailando en el medio del bosque locos de contentos porque por fin van a poder subir a Facebook sus fotos preferidas de sus aventuras en la maleza. Claro que sí, no me imagino lo mal que debe de sentirse una pobre ardilla sin poder twitear acerca de la recolección de nueces de la jornada. Su existencia ahora será más plena.

Y, si todavía no lo sospechabais, la compañía de móviles es española. La marca España trasciende fronteras, claro que sí. Como sé que en el fondo sois unos masoquistas y querréis saber de qué corchos hablo, no os quedéis con las ganas y pinchad aquí. Sólo para valientes. Yo aviso.


P.S. Mandadme vuestras propuestas publicitarias o casi de cualquier otra índole. Estoy que lo tiro.

lunes, 16 de junio de 2014

Crónicas Felinas XCV: La bañera vegetal

Marrameowww!!!

Como ya os he contado en alguna ocasión, soy muy dado a colarme en el baño cuando la bruja o el consorte se duchan. Algo tiene el baño que me resulta de lo más relajante y me encanta asomar la cabecita por detrás de la cortina viendo el agua caer.

Pues bien, desde la semana pasada ha habido cambios en la rutina higiénica diaria. Ya venía yo notando que últimamente, cuando se duchaban, la cosita ésta que cuelga de la pared y de donde sale el agua (¿Cómo es? ¿La “col de Bruselas”? Ah, no, “alcachofa”, creo que lo llamáis) escupía menos agua de la acostumbrada porque parte de ella caía en un único chorro hacia abajo no cumpliendo correctamente con sus funciones. Esto sin contar que el tubo por donde corre el agua se había estropeado, haciendo que la goma se estrangulase y, de a ratos, saliese apenas un hilillo de agua que hacía que el aseo a lametones que me practico varias veces al día pareciese un baño de inmersión y, para rematar, según como moviesen el boniato la alcachofa en cuestión, ésta profería un agudo alarido que se asemejaba al sonido que hago yo cuando me pisan el rabo accidentalmente (o eso dicen, que con éstos nunca se sabe). Total, que estaba todo hecho una birria y, para mis humanos, la tarea de la ducha había comenzado a convertirse en un suplicio.

Pero, como digo, esto cambió desde la pasada semana. Llegaron el domingo (no este último, el anterior) con una caja enorme y se dispusieron a sacar de su interior un montón de relucientes tubos y de cacharritos que llevaron prestos al baño, cerrando la puerta de tal forma que no pude enterarme muy bien del proceso pero proporcionándome un maravilloso momento de solaz con los envoltorios y los cartones. Para compartir mi diversión con ellos, dejé unos cuantos escondidos detrás de los muebles, que yo sé que les encanta esto de andar luego buscando.

Cuando concluyeron su tremenda obra de reforma, asomé un poco el hocico y vi, no ya una sino dos berenjenas alcachofas. Una de ellas bastante parecida a la que tenían antes. Una coliflor alcachofa de las de toda la vida, vamos. Pero la otra es de lo más rara. Consiste en un cuadrado enorme que hace que llueva en mitad de la bañera y que, por lo visto, tiene como locos a mis humanos. A mí me desconcierta un poco esa afición que tienen a meterse bajo el agua pero, por la cara de placer con la que salen, eso de estar debajo de una lluvia (aunque sea fingida) debe de ser el no va más. Yo, por si acaso, me asomo poco, no sea cosa que les dé por compartir conmigo los placeres de la tormenta tropical que se desata cada día en el baño; que no estoy yo por la labor.

Por lo menos ahora no hay ningún vegetal quejándose en el baño, y eso siempre es de agradecer.

Prrrrrr.

jueves, 12 de junio de 2014

El Overlook chileno

Escuchando la radio el otro día, preguntaban a los oyentes anécdotas que les hubiesen sucedido en hoteles. No llamé porque estaba liada limpiando mi casita cual ratita presumida y yo, cuando me concentro en algo, no hay quien me haga desviar la atención de mi tarea.

El caso es que sí tengo anécdotas con hoteles. Una de ellas ya os la conté aquí. No debería poner el enlace. Son ganas de pasar vergüenza una y otra vez por el mismo motivo pero una es así.

La otra, un poco más inquietante, me sucedió en Santiago de Chile. Para quienes no lo sepáis, estuve allí tres meses por motivos laborales. Tres meses en un hotel donde ya estaba como en casa y, si estaba fumando en la puerta, los recepcionistas salían a avisarme de que me llamaban por teléfono. Pero no es de este hotel del que quiero hablar.

El día que volvíamos mi compañero y yo a Madrid, resultó que la compañía aérea, que llevaba ya meses al borde de la quiebra, decidió no volar. De tal manera, nos ofrecieron hotel hasta que el vuelo se decidiese a partir. Al principio nos querían ofrecer la misma habitación para los dos pero dije yo que naranjas de la China, que yo necesitaba mi intimidad, hombre ya.

Debería haber aceptado el ofrecimiento ya que el hotel en cuestión era bastante siniestro. Una vez traspasado el umbral, daba la sensación de que en su día intentaron hacer algo más lujoso pero se quedaron a medias. En el salón comedor (que no se usaba) había un piano que nadie tocaba y ya estaba yo imaginando que aquello empezaría a sonar solo en mitad de la noche. Todo tenía un aire de decadencia que daba bastante miedito, la verdad.

Los demás pasajeros del avión que fueron alojados en el hotel eran muy raros (esto me dio que pensar acerca del aspecto que tendríamos nosotros). Me causaba especial desazón una mujer con cara de desquiciada que  se paseaba pasillo arriba y abajo canturreando “Necesito agua para mi bebé”. Mi compañero me dijo que seguro que el bebé era un muñeco, logrando que se me erizaran los pelos de la nuca. Gracias al cielo, no. Luego lo vi y era un bebé de verdad. Un bebé con una madre un poco extraña, pero un bebé.

Un hombre nos preguntó cómo tenía que hacer para volver a donde estaba el recepcionista. Fue surrealista tener que explicarle cómo se usa un ascensor. A propósito del ascensor; se paraba siempre en la cuarta planta. Tanto si había gente esperándolo como si no. Muy divertido.

Para colmo, descubrí que el balcón de mi habitación se comunicaba con todos los demás balcones de la planta. La puerta corredera no tenía cerrojo, no. Dormí con un ojo abierto toda la noche no fuera cosa que de repente me despertase un susurro en el oído diciendo “Dame agua para mi bebé”.

A la noche siguiente salió el vuelo, por suerte para mi salud mental.


N. del A.: Para quien no haya leído el libro o visto la peli, el “Overlook” era el hotel de “El Resplandor”, de Stephen King. 

miércoles, 11 de junio de 2014

Anuncios Pesadillescos C: ¿Dónde han quedado las divas?

A lo tonto, a lo tonto, hemos llegado a los cien anuncios pesadillescos. Y pensar que el primero lo publiqué pensando que la sección me daría para destripar uno de vez en cuando y al final he tenido material para una sección semanal. O tengo muy mala leche o el sector publicitario está de capa caída.

Éste me lo sugirió Drew a través de Twitter. No es que sea muy largo pero sí un poco (bastante) grimoso. Se trata del anuncio de un champú anticaspa muy dado a contratar famosos para destacar las bondades del producto. En la anterior ocasión, el “agraciado” fue Iker Casillas. Hoy le toca el turno a Sofía Vergara, la colombiana sexy de “Modern Family”.

La acción se desarrolla en una supuesta fiesta familiar. Sofía nos cuenta que en su familia están unidos. Muy, muy unidos. Y por eso necesitan un pelo libre de caspa y que huela bien. La verdad es que imaginarse la situación da bastante grima. Se ve que, de tan unidos que están, andan restregándose las cabezas unos con otros y no es cuestión de que alguien te arrime una cabeza llena de partículas blancas (por no hablar de si la cabeza en cuestión huele mal, que eso ya sería el acabose). Por eso todos se lavan el pelo con el mismo champú. Supongo que, de esta forma, consiguen uniformidad en el aroma y así no andan con historias a la hora de mezclar diferentes olores porque, aunque las cosas huelan bien, si mezclamos demasiado el resultado es igual de catastrófico. No hay más que pasar por el pasillo de perfumería de unos grandes almacenes para comprobar lo que digo. Sale uno con el estómago revuelto de tanta mezcolanza de fragancias.

Digo yo que, ya puestos, podrían anunciar un piojicida. Porque aquí mucho hablar de la caspa pero nadie habla de los piojos. Yo prefiero que me arrimen una cabeza casposa antes que piojosa, dónde va a parar. Y diréis que Sofía Vergara no se iba a prestar a andar anunciando productos contra los piojos pero si a Shakira le ha dado por los yogures para el estreñimiento, ¿por qué no? La imagen de aquellas divas inalcanzables ya ha quedado muy lejos y ahora lo que mola es ser natural. Que se vea que estás buena que te pasas pero que no por eso dejas de ser humana y tener tus debilidades y defectillos. Ya no dejan nada a la imaginación de tan cercanas que quieren parecer a los ojos del vulgo. Sé que siempre digo lo mismo ante estas situaciones pero no entiendo que gente que gana un dineral al año tenga necesidad de andar haciendo estas cosas. Yo no soy nadie y me lo pensaría mucho antes de ser conocida entre mis vecinos como la que tiene caspa o no va bien al baño. No me imagino yo a Ava Gardner o a Audrey Hepburn hablándonos de las maravillas de la crema para las hemorroides, por ejemplo.

Que viva el glamour.

martes, 10 de junio de 2014

Ustedes Dirán LXXXIX: Cosas del Pepe (sugerido por mi admirador secreto)

Bueno, ya no es tan secreto porque al final me terminó dando la URL de su blog pero como no sé si quiere o no quiere que lo enlace, seguiremos llamándolo así.

Cierto día me encuentro con un correo donde esta persona me escribía que seguramente yo no supiese quién era pero que él me seguía casi desde el principio (un poco como lo de “tú no me conoces pero yo a ti sí” pero en plan menos siniestro). El motivo de su carta era avisarme que en pocos días se emitiría en el programa “Salvados” de La Sexta la entrevista a José Mujica, actual presidente de Uruguay, aunque ya por poco tiempo más. Confieso que me hizo mucha ilusión que me avisara, ya que yo ni me había enterado y lo más seguro es que me lo hubiera perdido, así que aprovecho para agradecérselo. Según me contaba, le parecía un personaje muy singular y me proponía que hablara algún día de él. Como no voy a entrar en temas políticos, porque cada cual es libre de estar o no de acuerdo con su gestión de gobierno (si os interesa podéis leer sobre el Plan Ceibal o la legalización de la marihuana), me dedicaré a hablaros un poquito de su persona porque creo que ningún otro presidente uruguayo (y casi me atrevería a decir que de ninguna otra parte) vaya a dejar tanto legado anecdótico como él, con alguna aspereza diplomática incluida por no andarse con medias tintas.

No sé si el hecho de ser tan “campechano” le viene por naturaleza o si es debido a haber estado tanto tiempo preso durante la dictadura. Supongo que vivir algo así te tiene que hacer replantearte muchas cosas y aprendes a valorar lo que realmente vale la pena en esta vida. Será por eso que casi no usa el coche oficial, viaja en turista, sigue cortándole el pelo su peluquero de toda la vida, insiste en pagar todas las comidas que realiza fuera de su casa, bajo amenaza de no volver nunca más si insisten en invitarle y, el día que asistió a su investidura como diputado, antes de ser presidente, aparcó su Vespa en una plaza reservada para diputados y senadores del Palacio Legislativo. Los vigilantes de seguridad, mosqueados, le preguntaron si se iba a quedar mucho y contestó algo como que, si le iba bien, se pensaba quedar unos cinco años. Tuvo que terminar enseñando la documentación porque no había forma de que se creyeran que ese hombre tan “del pueblo llano” fuese diputado.

Sin duda, un personaje a recordar, que dona el setenta por ciento de lo que gana porque quiere vivir como la mayoría de ciudadanos uruguayos, alegando que ellos fueron quienes lo pusieron donde está. Esperemos que su ejemplo cunda y dentro de unos años lo que nos sorprenda no sea encontrar políticos como él, sino encontrar políticos que vivan como si fuesen una élite y no como alguien que trabaja gracias a y para sus ciudadanos. 

lunes, 9 de junio de 2014

Crónicas Felinas XCIV: El maquiavelismo me quita el sueño

Marrameowww!!!

Desde que tuve mi afección digestiva, la bruja y el consorte están especialmente atentos a lo que como o dejo de comer. Me pesan el pienso en una balanza para darme la cantidad de gramos exacta indicada en el paquete y vigilan que en el transcurso de veinticuatro horas me lo haya zampado todo.

Como tengo una especial afición a esto de volverlos locos y desconcertarlos lo máximo posible, a veces me como toda la ración sin dejar una sola migaja y a veces no. Lo que más me divierte es dejar tres o cuatro granos, que es como darles un mensaje de "la verdad es que no me costaría nada terminármelo pero prefiero dejar un poco sólo por fastidiar y también, por qué negarlo, por si acaso se os va la olla y no me reponéis el pienso, que siempre es mejor dejar algo en reserva por si vienen las vacas flacas". Evidentemente, lo de comer bien y comer regular lo hago en días alternos. De esta manera, el día que como bien les quito la preocupación del día anterior y les hago pensar que las aguas han vuelto a su cauce para así poder preocuparlos nuevamente al día siguiente, en el que volveré a comer mal y de esta manera poder continuar en un bucle infinito de trastornos alimentarios desenfrenados.

Como ya os comentaba durante mi convalecencia, tenía que idear un plan para tenerlos pendientes de mí y parece que con esto he dado con la tecla. Es un método perfecto para que estén todo el día vigilándonos (a mí y al platito). Llegan a tales límites que, cuando ven que se va a acercando peligrosamente la hora de servir una nueva ración, se empeñan en que me termine lo que me queda y me tiran granitos para que los persiga y me los coma en lo que consideran una actividad lúdica con la que voy a morir de placer. Debo reconocer que sí, que la cosa me divierte pero no ya tanto por las carrerillas en pos del alimento sino por la de payasadas que están dispuestos a hacer con tal de que yo me meta otra croquetilla de ésas entre pecho y espalda. Así que, como veis, mis aviesas intenciones de tenerlos a mi merced marchan viento en popa. No obstante, creo que su nivel de tontería tiene un límite y están empezando a sospechar que los vacilo a base de bien, lo cual no es demasiado útil para mis oscuros propósitos. Voy a tener que cambiar de estrategia antes de que espabilen (porque les cuesta pero, a la larga, espabilan) y dejen de hacerme caso definitivamente.

Así que mi vida anda bastante ajetreada. No he tenido tiempo de terminar de urdir un plan maléfico que ya tengo que estar pensando en otro y así no hay quien eche sus veintisiete siestas diarias en paz y tranquilidad. Uno necesita dormir, como poco, dieciocho horas y así ando dando tumbos por la falta de sueño.

Un sinvivir.

Prrrrrr.

jueves, 5 de junio de 2014

El meme Metamorfosis

Elvis, del blog Graceland (a quien os recomiendo encarecidamente si no conocéis) se levantó el otro día con una duda existencial en cuanto al origen de los memes. Le causaba cierto desasosiego el ver tanto meme circulando por Internet sin saber cuál era su origen y qué mente creativa habría parido esas preguntitas.

Para tener la certeza del origen, al menos, de uno, ha tenido la feliz idea de crear uno y encasquetárnoslo a cinco bloggers junto con la imagen que acompaña el post. Según decía, me lo entregaba porque sabía que estas cosas me molan. Me molan más los zapatos caros, las cenas en sitios chulos y los viajes a lugares paradisíacos. Lo digo por si algún día tiene la ocurrencia de obsequiarme con algo que de verdad, de verdad, me mole.

Pero a falta de viajes, zapatos y cenas, buenos son los memes (sobre todo porque en mi vida están pasando pocas cosas reseñables últimamente), así que allá vamos.

El meme va de “Si fuera…”. O sea, que Elvis nos plantea diferentes situaciones existenciales y tenemos que elegir. Vamos a ver qué sería yo…

Si fuera un Animal-  Sería un gato casero, sin duda. Menuda vidorra se pegan los colegas.

Si fuera un libro- Aquí debería decir que sería algo muy profundo para quedar bien pero no; en el fondo soy un ser superficial así que creo que sería “Safari en Boston” (no lo conoce nadie pero va de una tía que se compra botas cada vez que se siente mal. Básicamente sólo va de eso).

Si fuera un coche-  Sería un utilitario pequeño y rosita.

Si fuera una película- Sigo siendo igual de superficial que antes, por lo que opto por “El diablo viste de Prada” (si tuviera pasta, claro)

Si fuera un árbol- Sería un bonsái. Que a ésos los miman mucho.

Si fuera una canción- Sería “Ey, chipirón, todos los días sale el sol, chipirón”

Si fuera una bebida- Un San Francisco. Dulce, sabroso y sin alcohol para estar en plena posesión de mis facultades mentales.

Si fuera una comida- Sería un plato de croquetas. De jamón, que conste.

Si fuera una prenda de vestir- Sería un vestido pin-up.

Si fuera un cuadro- Ya soy un cuadro… Ah, nos referimos a una obra de arte. Ha habido por ahí quien ha dicho que tengo cierto aire a las musas de Modigliani.

Si fuera un edificio- ¿Puedo ser una casa hobbit? Me molan muchooooo.

Y lo tengo que pasar a cinco bloggers, con la imagen que lo ilustra incluida, a ver hasta dónde llega este meme sin que se desvirtúe su origen.  Los agraciados son:

Naar de “Tirando Pa´lante

Eva de “Opiniones Incorrectas

Cecilia de “Esclafettis con tomate

David de “Kassius9

Syd de “Dark Syd of the Moon


Hale, a hacer los deberes y muy feliz fin de semana. 

miércoles, 4 de junio de 2014

Anuncios Pesadillescos XCIX: Adivina, adivinanza

Entra una pareja a una tienda de herramientas, de ésas donde que seguro que mi adorada Naar es cliente preferente. El vendedor arquea una ceja y, con aires de superioridad, suelta “¿Ana y Pedro, verdad?”. Ellos se miran desconcertados pero el dependiente no ceja en su empeño de demostrar sus dotes adivinatorias y continúa describiendo sus vidas. Así nos enteramos de que Ana y Pedro tienen un jardín con un seto que recortar, césped que cuidar y leña que cortar. Éstos no tienen un jardín; viven en medio del monte, por lo que veo. ¿Quién corta leña hoy en día? Sea como fuere, el vendedor adivino tiene una herramienta adecuada para cada necesidad y así nos lo muestran en un montaje muy penoso donde, de fondo, se ve el supuesto jardín y, sobre él, vemos a Ana, a Pedro, las herramientas y a un perro con caseta que aparece por arte de magia (Se llama Toffee, debe de ser de lo más pegajoso). Cuando digo que los vemos “sobre el jardín”, me refiero a que estos elementos están como pegoteados. Vamos, como si hubiesen recortado fotos y las hubiesen plasmado sobre el fondo. Una cosa muy rara, de verdad. Supongo que está hecho así a propósito pero da una imagen bastante cutre y no sé si esto es beneficioso para la imagen de marca. Después de este despliegue de dones paranormales, el dependiente sentencia que necesitan una marca de herramientas en particular.

La pareja, lejos de sospechar que el vendedor es un psicópata que lleva vigilándolos desde hace siete años y se ha dedicado por las noches a hurgar en su basura, se quedan embobados mientras exclaman “¡Qué máquina!”, en un graciosísimo juego de palabras que tanto puede hacer referencia al dependiente como a las herramientas en sí mismas. Genialidad creativa en estado puro, señores. El hombre de detrás del mostrador se justifica diciendo que esa marca de herramientas no la vende cualquiera.

Me imagino el anuncio en la prensa (o en portales de búsqueda de empleo, que lo de la prensa ya está muy pasado de moda):

“Se busca vendedor de herramientas con experiencia demostrable en trato con el público y artes adivinatorias. Abstenerse aficionados y cantamañanas que salgan en los programas nocturnos de adivinación. Se valorarán dotes de espionaje y falta de escrúpulos ante la intimidad de la gente. Interesados, enviar Currículum Vitae a…”.

Tal y como está el patio, seguro que más de uno se presentaba con historias como “pues predije que una maceta mal colocada se iba a caer y se cayó. Traigo de referencia a mi vecina, que todavía tiene el chichón producido por el macetazo en la cabeza”. Lo que daría yo por colarme de estrangis en esas entrevistas o, mejor aún, por hacer las entrevistas yo, que a ver si tengo suerte y doy con uno que tenga dotes adivinatorias en serio y me da el número de la lotería.

Bloguear desde Maldivas tiene que dar mucho más gustirrinín, dónde va a parar. 

martes, 3 de junio de 2014

Ustedes Dirán LXXXVIII: La zoología y el consumismo (sugerido por Dibujos de Nube)

Hace ya algunas semanas, cuando destripé el anuncio de la aseguradora con el erizo, la tortuga y el camaleón (que para mí sigue siendo una lagartija mutante), Dibujos de Nube me sugirió que ahondásemos un poco en la manía que parecen tener los publicistas con hacer anuncios con animalitos (ya sean reales o ficticios) con la intención de vender más. Parece que el hecho de que veamos una criaturita contándonos las bondades de un producto hace que se nos quede cara de panolis y, con el embobamiento, digamos a todo que sí.

Aunque no es mi costumbre nombrar marcas, más que nada porque nadie me paga por hacerles la publicidad, hoy, donde dije “digo” digo “Diego” y me salto mi propia norma en una clara demostración de mi inconsecuencia, pero es que de otra manera esto va a ser un follón y no va a haber quién se aclare.

Ejemplos claros y conocidos por todos serían el osito de Mimosín y la oveja de Noritt. Su claro propósito es que muramos de ternura y tengamos sensación de algo suaaaaave y mulliiiiido. Aunque el  osito sea animado y la oveja sea real, he de reconocer que a lo largo de los años he visto serios cambios en la estética de estos dos animalitos. Cuando yo era pequeña, tanto el uno como la otra eran más bien rollicitos, dando una imagen aún más achuchable si cabe. En la actualidad me da a mí la sensación (corregidme si pensáis que cada día estoy peor de lo mío) de que se han puesto a dieta, o algo. Están como más estilizados y a la oveja le falta un buen par de raciones de hierba, que se nos está quedando en los huesos, la pobre, y así no va a haber ganadero que se fije en ella. Está visto que el tema de la operación bikini también afecta a la fauna en lo que a publicidad se refiere.

La que parece mantenerse en su peso es la vaca de Milka. Por ella no pasan los años; sigue igual de dulce, de gordita y de morada, supongo que porque una vaca flaca es algo muy desagradable de ver y se asocia con carencias (a pesar de ello, no han dudado en utilizar una vaca flaca animada para anunciar quesitos light). Ya sabéis por anteriores posts que soy fan de la vaca morada aunque siempre me ha dado por pensar si la imagen de una vaca es adecuada para anunciar chocolate. Máxime cuando hablamos de una vaca morada, que aparte de gorda debe de estar así por ponerse morada a dulces. Menos mal que no me da por pensar en ella cuando me pongo gocha, que no es plan de estar zampando chocolate mientras tienes en la mente constantemente a la vaca. Se ve que mi cabeza opta por la memoria selectiva en ese momento. La recuerdo más cuando a posteriori me subo a la balanza y me gustaría parecerme a la oveja de Noritt.

Porca miseria. 

lunes, 2 de junio de 2014

Crónicas Felinas XCIII: Exijo mi parte

Marrameowww!!!

Como algunos sabréis, hace dos semanas fue el cumpleaños de la bruja (36 castañas le han caído ya). Como por diferentes compromisos sociales, como ir a llenarse de ampollas por esos montes de Dios o andar desvirtualizando como si no hubiera un mañana, no había podido celebrarlo antes, optó por celebrarlo el sábado pasado, en una macrocelebración que incluía también los onomásticos de dos amigos suyos, que las agendas andan apretadas y hay que compactar.

Como siempre, yo pasé toda la fiesta escondido en el dormitorio y no dejé que me vieran ni un bigote; que a mis humanos ya estoy acostumbrado y nos tenemos tomada la medida pero con el resto de humanos no me fío y mejor pasar por antisocial que arriesgarme a que me pinchen. Siempre que me llevan a ver humanos ajenos a mi entorno termino con un pinchazo y no es plan de tentar a la suerte.

La bruja recibió múltiples regalos y daba grititos de la emoción. Cuando se pone en ese plan, no hay quien la aguante (bueno, no hay quien la aguante en ese plan ni en ningún otro) y, cuando vino más tarde a enseñármelos entusiasmada, me di cuenta de que,  quitando dos entradas para un espectáculo de monólogos y una sesión de spa (con la que supondrán que va a quedar mejor pero ya os adelanto que esto no se arregla ni obligándola a nacer de nuevo) el noventa por ciento restante estaba casi dedicado íntegramente a los gatitos. Recibió llaveros de gatitos, colgantes de gatitos, tazas con gatitos, un salero y un pimentero con gatitos, una caja de gatitos… Y así hasta el infinito. Ella estaba tan feliz que no cabía en sí de gozo y a mí esto me dio por pensar. Ya tiene un gatito en casa. Uno achuchable, peludo, maullador, que hace monerías y que interactúa en la medida de sus posibilidades o de lo que le sale de los mismísimos. ¿Necesita rodearse de merchandising de gatitos? ¿Y por qué no he recibido mi parte de los derechos de imagen? Me está dando a mí que todos lo que diseñan cosas con motivos de gatos no comparten nada con la especie felina y se lo quedan todo ellos. Lo mismo hasta tienen perros en su casa para completar la incoherencia. Si compras una camiseta con la portada del álbum de un grupo musical de éstos que dan alaridos, los chillones reciben su parte de las regalías. ¿Por qué los gatos no? Esto es discriminación.

Decía un estudio que la mayor parte del tráfico de Internet es para ver vídeos de gatitos (bueno, la mayor parte se la lleva el porno pero quitando esa nimiedad, el resto son los vídeos de gatitos). ¿Qué pasa con nuestros beneficios? A lo mejor es que el tráfico de Internet dedicado a vídeos de gatitos no es tanto pero es la excusa que dan los que no quieren que les pillen viendo porno. “¿Qué haces?” “Aquí, viendo un vídeo de gatitos”.

Prrrrrr.